El primer paso fundamental es abordar el trail con una progresión gradual. Es crucial empezar con volúmenes e intensidades que tu cuerpo pueda manejar sin sobrecargarlo. Incrementar el volumen y la intensidad de manera paulatina ayuda a evitar lesiones y a mejorar el rendimiento de manera sostenible. Esta progresión debe incluir la adaptación a diferentes tipos de terreno y desniveles, aumentando la complejidad del entrenamiento a medida que te sientas más cómodo y fuerte.

El entrenamiento de fuerza es una parte esencial del trail running. Ayuda a prevenir lesiones y mejora la capacidad de manejar terrenos difíciles y cambiantes. Al correr en la montaña, te enfrentarás a pisadas desiguales y obstáculos variados. Por lo tanto, desarrollar la fuerza en las piernas, el núcleo y la parte superior del cuerpo es crucial. Este tipo de entrenamiento no solo mejora tu rendimiento en el trail, sino que también te hace un corredor más completo y resistente.

Entrenar en condiciones similares a las de las carreras de trail es vital. Familiarizarte con el tipo de terreno y las condiciones climáticas que enfrentarás en la carrera te dará una ventaja significativa. Por ejemplo, si vas a correr en un terreno árido o en una zona con cambios climáticos significativos, es recomendable entrenar en escenarios similares. Esto te ayudará a ajustar tu estrategia de carrera, tu ritmo y tu técnica según las demandas específicas del entorno.

A diferencia del asfalto, donde la mayoría del tiempo se pasa corriendo, el trail running a menudo requiere alternar entre caminar y correr. Ser rápido caminando y utilizando bastones cuando sea necesario puede ser tan importante como correr. Practicar esta alternancia en tus entrenamientos te preparará mejor para las subidas y bajadas empinadas, optimizando tu rendimiento y conservando energía durante la carrera.