No serás ni la primera ni la última persona a la que le pasa. Es algo muy frecuente y, aunque muchas veces requiere de tratamiento manual, se puede prevenir con ejercicios muy específicos. Te cuento las razones por las que sufres hormigueos.
Esto puede llegar a ser ‘peligroso’ o ‘gracioso’, depende de cómo lo veas. Te pongo en contexto: año 2016, duatlón en Salamanca, mi tierra. Las zapatillas de la bici me quedan muy justas debido al ‘crecimiento’ de mis pies. Hace bastante frío y no me doy cuenta de que no siento gran parte de mi pie derecho.
Estoy llegando a la transición y al tratar de correr con la bici, nada más poner el pie en el suelo… zas… caída tonta. Cosa que se repite al volver a intentarlo. Y lo peor de todo, ver que los que vienen a animarme se están partiendo de risa. Ahora yo mismo me rio, pero en aquel momento… pues también, no podía parar de reírme, un cuadro.
La ausencia o pérdida de sensibilidad de una parte del cuerpo recibe el nombre de parestesia. Muchas veces nos referimos a ello también como ‘hormigueos’ o ‘adormecimiento’. Si el nervio es también motor (control muscular), sentirás torpeza o incapacidad para controlar lo que haces.
No todos los síntomas son la disminución de la sensibilidad. Podríamos hablar para ser más precisos de alteración de la misma, ya que puedes tenerla más a flor de piel. Desde ahora, entiéndelo bajo ese concepto.
Existen múltiples patologías que pueden ocasionar este síntoma: afectaciones en el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal), diabetes, carencias de alimenticias, problemas tiroideos, etc. pero no vamos a complicar esta lectura y vamos a focalizarnos exclusivamente en lo más frecuente y menos grave.
Nos centraremos en los problemas que pueden acontecer en el sistema nervioso periférico (desde que el nervio sale de la médula).
Lo más probable es que la causa sea una disminución de la cantidad de sangre disponible para el nervio en cuestión, y esto puede suceder por 2 razones.
La sangre que nutre y oxigena un nervio periférico llega a través de los denominados vasa nervorum, que no es otra cosa que el vaso del nervio. Piensa que más o menos el 20% del total de oxígeno que empleamos lo utiliza el sistema nervioso, que, sin embargo, viene a suponer un 2% del total del peso corporal.
Necesitamos entender al nervio de la forma más sencilla posible para poder comprender el proceso de la parestesia y por qué no hay una receta mágica.
El nervio está constituido principalmente por dos tipos de tejido: unos responsables de la conducción del impulso eléctrico, ya sea eferente (de médula a músculo) o aferente (de receptor a médula); y otros responsables de la protección de los anteriores. Este segundo grupo son sus capas de envoltura y se distribuyen de la siguiente forma:
Los vasa nervorum que nutren los nervios están distribuidas dentro de esos mismos paquetes.
La relación íntima entre estos tejidos nos permite poder mover sin interrumpir los impulsos eléctricos.
Si te fijas bien en la imagen y te imaginas apretando al nervio te darás cuenta de cómo dicha disposición le permite tener la capacidad de soportar la presión mejor que la tracción.
Al recibir compresión, el nervio puede adaptarse en cierta forma desplazando el vasa nervorum y los paquetes nerviosos hacia donde no hay tanta presión, permitiendo un flujo de sangre normal.
La tensión o estiramiento del nervio hace que el calibre del vasa nervorum se estreche y llegue menos sangre. Tiene muy poca capacidad de adaptación a ello. Lo veremos más adelante.
Vamos a pensar que estamos regando en el jardín con la manguera enganchada a la cocina. En lo que salga el agua con la misma presión con la que sale del grifo, no hay problema. Si comienza a disminuir el flujo de agua que veo salir, ¿quiere decir que alguien ha tocado el grifo? Pues es una opción, pero también puede ser que durante todo el trayecto de la manguera algo externo pueda estar presionándola.
Una puerta, el perro que la pisa o uno de tus hijos jugando.
La consecuencia es la misma: sale menos agua, siento menos, pero la solución es diferente dependiendo de dónde esté el problema.
Es competencia del médico o del fisioterapeuta encontrar la zona de compresión del nervio.
Cada nervio tiene su cocina, sus puertas, sus mascotas y demás impedimentos.
Existe un ‘mapa’ para cada uno.
Tomemos el ejemplo del nervio más famoso: el ciático.
Antes de enumerar dichas zonas debemos entender que el ciático es la unión de múltiples nervios que se juntan tras su salida de la columna y del sacro, que serán el primer sitio posible de compresión, bien por un proceso patológico discal en el caso de la columna o por tensión ligamentosa a nivel del sacro.
Una vez que ya está formado el cordón más grueso tenemos zonas de riesgo:
La mayoría de los nervios periféricos se sitúan profundo y en la cara flexora de los miembros, cerca del eje en torno al que se produce el movimiento y entre zonas blandas.
Un ejemplo de lo contrario es el nervio cubital, en el codo.
Seguro que te has dado un golpe ahí y has alucinado.
Lo que se llama coloquialmente darte en “el hueso de la risa”.
Es curioso que es el único nervio de la mano que no transporta información vegetativa (la no voluntaria como la dilatación o constricción de una arteria).
Desde luego no son las únicas zonas. También puede darse entre paquetes musculares en cualquier nervio periférico.
Que se lo pregunten a los motociclistas que tienen que ser operados de síndrome compartimental: una compresión nerviosa debido al aumento de presión en la musculatura, en este caso, del antebrazo.
Estirar un nervio también afecta a la cantidad de sangre disponible.
Las vainas que vuelven las capas del nervio son elásticas, pero al alargarse se estrechan y si llegan a un punto, colapsan y la presión con la que llega la sangre no es suficiente para circular con normalidad.
La máxima capacidad de alargamiento de un nervio es en torno a un 15%.
Desde ese momento, su cantidad de sangre es la misma que comprimir el nervio casi al 100%. Si quieres que te lo diga más claro… le estás haciendo un torniquete.
El nervio, en condiciones normales, patina entre los paquetes musculares. Son zonas de paso por las que el nervio desliza.
Un punto de compresión ejerce de punto fijo y el nervio ahí no puede moverse de forma correcta. Lo que sucede entonces es que estamos más cerca de llegar a ese 15% cuando nos movemos.
Seguro que has experimentado pasar un buen rato sintiendo ese cosquilleo o esa falta de sensibilidad y has pensado que no se pasaba.
Esto es frecuente porque el tiempo al que te sometes a esa disminución de flujo de sangre y la consecuencia de ello no es algo lineal. Me explico ahora con tranquilidad:
Dahlin y McLean (1986) demostraron que es necesaria una presión superior a 20mm de Hg para que haya repercusiones, pero cuando las hay son proporcionales tanto al aumento de presión como al tiempo expuesto a la misma.
Incluso cuando son muy altas, el tiempo de la secuela no responde de forma lineal si no exponencial:
El resumen: si lo padeces debes tener paciencia porque no sabes el tiempo que llevas, ya que otra característica es que no surge la sintomatología inmediatamente.
Su aparición es también proporcional a la presión ejercida o mejor dicho a la disminución del flujo sanguíneo. Cuanto menos haya, antes lo notarás, ya sea por aplastamiento o por estiramiento.
Algo muy curioso que sucede es que cuando hay un lugar de compresión, la parestesia acontece desde ese punto hasta el final de trayecto de ese nervio.
Sin embargo, cuando hay dos o más lugares de conflicto, las sensaciones solo acontecen en el tramo final del nervio.
Te pongo un ejemplo del cual conocerás a alguien a quien le ha sucedido.
Habrás escuchado hablar o a alguien de tu entorno le habrán diagnosticado del túnel carpiano (compresión del nervio mediano en la muñeca).
Incluso, le habrán operado, pero la cirugía no fue todo lo efectiva que debería.
Esto sucede porque se siente prácticamente igual cuando, efectivamente, hay una compresión del nervio en el túnel carpiano que cuando tenemos dos compresiones en ese nervio esté implicado o no el túnel carpiano.
Es decir, si en el ‘mapa’ del mediano tengo una compresión en los escalenos y otra en el pronador redondo, mis síntomas son casi idénticos que teniendo túnel carpiano.
Ya estarás que trinas porque te habremos puesto la cabeza como un bombo. Tranquilidad, que ya vamos con las recomendaciones más sencillas.
Introduce la neurodinámica en tus rutinas, te dejamos ejemplos de los que disponemos en la familia de Hijos De La Resistencia para que lo pongas en práctica:
Ciático
Cubital
Radial
Mediano
Específico para técnica de carrera
Bibliografía post / referencias
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