Por todos es conocido la importancia de una buena alimentación para prevenir o recuperarnos de una lesión, bien sea muscular, tendinosa u ósea. En este artículo no vamos a centrarnos en la comida como tal, sino que vamos a conocer la relación física entre los órganos, que son los responsables de gestionar toda esa comida una vez que entra al cuerpo, y las lesiones.
Voy a tratar de que entiendas las razones por las que, por ejemplo, puedes tener problemas en tu tendón de aquiles por un problema renal o de estómago.
No te asustes que esto no significa que si pasas por ello tengas dicho problema. Antes de empezar necesitamos tener bien claros unos conceptos para poder entenderlo.
De forma muy resumida, se trata de los órganos y los sistemas encargados de extraer los nutrientes que introducimos en el cuerpo cuando comemos o bebemos algo. Metemos alimentos (muchas veces auténtica basura) y estos órganos consiguen extraer elementos más pequeños que utilizamos para poder seguir vivos.
Esos nutrientes son por ejemplo las proteínas, las grasas, los minerales o las vitaminas que estos órganos siguen reduciendo y procesando hasta las divisiones que pueden ser utilizadas. Por ejemplo, una proteína será dividida en aminoácidos.
La palabra «homeostasis» viene del griego y quiere decir «quedarse igual». Se trata de la tendencia a mantener un equilibrio interno para poder sobrevivir. Existen una serie de parámetros que deben ser mantenidos entre unos determinados valores que sean compatibles con la vida.
Estos son solo algunas de las variables más conocidas que el cuerpo intenta constantemente mantener a raya. Los valores son aproximados y no cumplirlos es potencialmente mortal.
A diferencia de la homeostasis, que quiere que todo se quede igual, la alostasis hace cambios cuando es necesario, pero siempre dentro de esos valores compatibles con la vida. Eso es lo que permite jugar entre los máximos y los mínimos.
Por ejemplo, la temperatura corporal. En condiciones normales ronda los 37ºC, pero si cogemos un virus, la alostasis la hará subir para luchar contra él siempre que estemos por debajo de esos 42.ºC. O así debería ser
Si por el contrario hace muchísimo frío, reaccionaría llevando la mayor cantidad de sangre al cerebro y órganos internos, quitándolos de otras zonas, por eso lo primero que se enfrían son las manos y los pies.
Imagínate en medio del Ártico, frío extremo. Tu cuerpo debe gestionar qué parte de tu cuerpo debe mantener el calor y el aporte de sangre…no sientes los pies y te fijas en que tu dedo gordo se ha puesto de un color negro oscuro.
Si sufres una amputación por hipotermia, es el menor de los males. Pierdes un dedo a cambio de tu vida.
Es un caso extremo, pero es un pequeño ejemplo de como el cuerpo siempre está en constante adaptación.
Es la alostasis la que hará que ganes masa muscular, que tu corazón se haga más grande y eficiente o la que hará que tengas que segregar más insulina, almacenar más grasa o que suba tu presión arterial dependiendo de lo que hagas con tu vida.
Sigamos el camino de esta visión de alimentación y lesiones.
Estarás de acuerdo conmigo que si entran más gallinas de las que salen… las cuentas no cuadran. Los emuntorios son los órganos que participan en el proceso de eliminación de toxinas y sustancias de deshecho y son cinco los principales:
Cuando una víscera, ya sea emuntorio o no, trabaja de forma excesiva, al igual que tú como persona, sufre las consecuencias y, en este caso, por el tipo de receptores dolorosos que tienen, no somos conscientes hasta que el problema es serio.
Un ejemplo claro es una apendicitis, cuando duele, a quirófano.
Esto no significa que no manden señales, lo que pasa es que esas señales muchas veces no las sabemos interpretar. El cuerpo habla en un idioma que muchas veces no entendemos.
Se trata de cada uno de los segmentos en los que está dividida la médula espinal. Nuestras vértebras tienen un gran agujero en su parte posterior. Es el agujero raquídeo. Si sumas todos los agujeros raquídeos se forma un canal: el canal raquídeo.
Dentro de este canal está la médula espinal, una parte importante del sistema nervioso y que funcionalmente está dividida en metámeras.
Son finas láminas unidas que tienen dos características comunes, independientemente de que sea cervical, dorsal o lumbar.
Una particularidad fundamental es que a pesar de que siempre (simplificando conceptos) salen cinco órdenes eferentes, la médula solo puede atender a un estímulo aferente.
Ahora ya vas viendo que si una víscera digestiva está tocada puede ser que tu alimentación y lesiones estén muy relacionadas.
No, no salgas corriendo que lo vas a entender a la perfección.
Ponte en situación: día terrible en el trabajo, ya sea por jefes, clientes, compañeros, el caso es que estás a tope y cerca de decir “hasta aquí”. Llegas a casa, están esperándote con todas las ganas del mundo tus hijos, pareja y mascota y al entrar por la puerta, te sientas tranquilamente en el sofá buscando ese momento de paz y se te echan encima.
Uno te hace daño con el codo y el perro tira tu taza favorita al suelo con la cola, ya está liada. Explotas y pagan los platos rotos del día sin comerlo ni beberlo.
Algo parecido sucede en el cuerpo: a una o varias metámeras de esa médula le están llegando de forma constante información de una víscera que está saturada de trabajar en malas condiciones y acaba alterando a las cinco órdenes que salen del mismo segmento provocando:
Menos sangre disponible, ya sea para la propia víscera y para el músculo.
Sensibilidad alterada pudiendo ser interpretada como problema o lesión.
Congestión y limitaciones en la movilidad.
Mala contractibilidad muscular.
Esto a su vez provoca que sigan llegando cada vez más malas señales, por lo que estamos dentro de un círculo vicioso.
Os dejamos una imagen del dermatoma y del viscerotoma, varían según autores, pero más o menos tendríamos algo así. Y lo mismo hay del miotoma y demás.
Una vez que conocemos estos términos podemos empezar a relacionar diferentes estructuras que están distanciadas entre sí pero estrechamente unidas por el sistema nervioso.
«Empieza el juego» y…como le dijeron a Rubén en su día:
Si comes mierda tendrás unos tejidos de mierda.
Pero no solo es eso, es que esa mierda sobrante hay que expulsarla y nuestros emuntorios no paran. Además, por desgracia, muchas veces generamos más toxinas y sustancias de deshecho de las que podemos eliminar.
Vamos acumulando porquería y los emuntorios siguen sin poder descansar. Muchos medios y médicos sostienen que tenemos las herramientas necesarias para mantener esa homeostasis, pero, ¿tenemos en cuenta el esfuerzo que ello supone?
Dependiendo de qué abuses irás castigando un sistema u otro, aunque todos están directamente relacionados. Los alcohólicos destrozan el hígado, los fumadores, los pulmones.
Ahora entenderás por qué un problema en el sistema urinario puede repercutir en los gemelos, aquiles o fascia plantar o una parte del intestino grueso puede hacerlo en la cintilla y un largo etc. De la misma manera, aunque estés bien, aminorar la carga de determinados sistemas ayudará a tus lesiones y ahí el trabajo del nutricionista es muy importante.
No es un capricho quitarte, por ejemplo, el azúcar o los lácteos en determinadas circunstancias.
Si pensabas que esto acaba aquí, lo siento, el cuerpo es un continuo no solo de estructuras interconectadas anatómicamente, sino necesitadas unas de otras y en este caso, un estómago en buenas condiciones y un intestino sano es FUNDAMENTAL.
Pues porque si no podemos absorber determinados minerales o vitaminas no podremos generar tejido nuevo. Los dos ejemplos más claros son el hierro y la vitamina B12. Sin ellos no podemos generar colágeno. Te dejo algunos de los problemas o patologías que pueden impedir su absorción:
No se trata de asustar a nadie, más bien de tomar conciencia del abuso o la frecuencia con la que hacemos ciertas cosas y asumir que hay que pagar un precio.
Es importante entender que no solo tenemos que tener en cuenta el balance calórico de lo que comemos, sino la calidad de la comida que ingerimos.
Es fundamental entender esta diferencia porque tendemos a confundirla. La respuesta fisiológica es lo que sucede de forma inmediata tras un estímulo.
La adaptación es lo que sucede tras la repetición de muchos estímulos y esta adaptación puede ser buena o, incluso, mala.
Un ejemplo: cuando sales a correr, la respuesta es la subida de la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. Por el contrario, si lo repites muchos días, la adaptación será la de un corazón más eficiente.
Del mismo modo podemos hacer trabajar al riñón de forma más enérgica, por ejemplo, tras pegarnos un buen homenaje con dos chuletones y un buen vino, queso y una mariscada… es decir, un exceso de proteínas en toda regla. Si esto es puntual, habrá una respuesta para volver al punto de equilibrio.
Si esto lo hacemos todos los días, el riñón tendrá que adaptarse produciendo cambios en su filtrado llegando a un estado patológico. Hasta llegar a este punto es muy fácil haber pasado por una facilitación segmentaria.
Si hay algo que provoque una cascada de problemas es el estrés mantenido en el tiempo. No hay un solo sistema que escape ante este agresor. Y lo peor es que lo creamos nosotros mismos.
Nos aumenta la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la temperatura, altera el filtrado renal, la permeabilidad intestinal, un caos.
No todo son malas noticias. Existen cosas que están en nuestras manos y que podemos hacer para ayudar a que no colapsen nuestros sistemas:
No me enrollo más que todo esto habrá sido muy denso, pero piensa en el peso que tiene aquello que repites más veces. Recuerda que el cuerpo nos habla en diferentes idiomas y que debemos aprender a escucharlo. Recuerda, existe una relación estrecha entre la alimentación y lesiones.
Aquí, en Hijos De La resistencia no dejamos de aprender esos idiomas y formamos un equipo multidisciplinar para tu seguridad.
Bibliografía post / referencias
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